martes, 15 de abril de 2014










SE LE JUNTÓ EL TUYUYO CON LA RAYA ROJA


(¿Cuándo los buenos propósitos nos abandonan a dónde se van?)

   

__  ¡Qué cara mas rara traes, Lyz!

__  Pues ya ves, Adrian, hoy quería escribir algo y mira tu donde he aterrizado.

__  ¿Acaso no es este un buen puerto?. ¿Qué tiene de malo este sitio?. Ya verás te soluciono el problema en un minuto. ¡¡Dino!! Trae papel y lápiz que Lyz tiene hoy cruzao el tuyuyo con la raya roja.

__  ¿Tuyuyo con la raya roja?, ¿qué es eso Adrian?. Preguntó Dino.

__  Pues que tiene la inspiración que se le sale.

__  ¡Ah!.

__ Toma Lyz, aquí tienes tus herramientas, jajajaja.

__ Eres de lo que no hay Adrian.

__ Venga empieza …

__ Voy.

Hoy quiero que sientan lo que se siente con una de las conversaciones de Adrian cuando nos juntamos en el bar de Dino a tomar algunas cervezas. Porque es que las conversaciones de Adrian son especiales, quizás es él, el que las hace así de especiales.

__  ¡Anda!, si el rollo va por mi. Interesante, sigue,  sigue …

  La historia que voy a contarles hoy empezó un día que me encontraba en el trabajo a punto de salir,

__  O sea, hoy … ahora.

__  Si, Adrian.

Eran ya las ocho de la tarde y tenía ganas de llegar a casa. Salí con el sano propósito de ir directamente allí, sin pasar por Dino’s.

­__  ¡Qué bien!!, y mientras tanto, yo aquí, muerto de asco. Te parece bonito ¿no?.

__   Espera Adrian. Deja la impaciencia.

  Suelo preguntarme algunas veces que es lo que me atrae de este lugar, al fin y al cabo es un bar como otro cualquiera, tiene taburetes, sillas, sillones, mesas, una barra, luces, gente, humo, licores, cervezas, música, en fin, todo lo que un bar normal y corriente tiene, Lo único que no hay en otro lugar pero si en Dino’s es que allí está mi amigo Adrian.

__  Menos mal, ya empezaba yo a mosquearme, sigue, sigue …

  Suele llegar a eso de las tres de la tarde, pide una cerveza y se acomoda en su rincón y allí sentado espera pacientemente a que aparezca yo, y si no lo hago se limita a consumir cerveza tras cerveza hasta que el propio Dino le avisa que es ya la hora de cerrar. Entonces Adrian levanta su esquelética figura del cómodo sillón y se marcha a su casa a esperar …

__  Ya, muerto de asco, sin haberte visto … y, con un cuerpo “esponjosito”, será el lúpulo.  Tu sigue.

… las cuatro de la tarde del día siguiente para ver si ese día me digno aparecer, cosa que dicho sea de paso, hago con bastante frecuencia.

__  No tanta, guapa, no tanta, que a veces paso días sin verte.

__  Tampoco es tan grave, ¿no?.

__  Depende, yo necesito verte. Tu lo sabes.

__  Ese tema ya lo hemos hablado Adrian, y creo que ha
 quedado muy claro, ¿no?.

__  Sí, pero te dije que seguiría insistiendo.

__  Bueno. ¿Puedo seguir con la historia?.

__  Por favor, no faltaría más.

__ Gracias.

Pero ese día, …

__  O sea, hoy.

__  ADRIAN.

__  Vale. Me callo.

… les aseguro que salí con el sano, sanísimo propósito, de no ir a Dino’s. Pero como todos los sanos propósitos, no sé qué es lo que pasa con ellos que cuanto más sanos son, menos se cumplen, pues así, de esa manera, sin darme cuenta me encuentro sentada cómodamente frente a Adrian, consumiendo la primera cerveza de la tarde-noche en el bar de Dino, contándole una historia rara a Adrian.


  Antonio no vivía en una casa de las que llaman inteligentes,    ¡ qué va !, su casa era lo siguiente a inteligente.
Las puertas no tenían llaves, se abrían por el sonido de la voz, de su voz.
Las persianas, cortinas y ventanas se abrían y cerraban con un mando, el cual también controlaba las luces y su intensidad, el aire acondicionado o la calefacción, dependiendo de la estación.
Al caminar descalzo por la casa, las baldosas se iluminaban cuando pisaba en ellas y se apagaban al alejarse. Los grifos y la temperatura del agua eran controlados también por un pequeño mando. La piscina estaba integrada dentro de la casa. Las teles, los electrodomésticos, los ordenadores, todo funcionaba gracias al suministro eléctrico.
Antonio era controlador aéreo y un sibarita de las nuevas tecnologías.

  Esa tarde, después de un ajetreado día de trabajo, llegó a casa se puso ropa cómoda, era verano, hacía calor, encendió el aire acondicionado, además el servicio meteorológico había anunciado altas temperaturas para el fin de semana, así que se acomodó en su sillón con una cervecita fría, encendió la tele y se dispuso a pasar una tarde-noche de relax, era viernes y tenía por delante dos días libres.

__  ¿Una casita normalita, no?.

__ Una casita, que yo no quisiera para mi jamás, Adrian.

  Antonio se durmió en el sofá, el documental de la tele lo sumió en un sopor y al final el cansancio pudo con él. Cuándo se despertó estaba bañado en sudor y la oscuridad había invadido la habitación. El mando que controlaba casi todo, no respondía. Se extrañó, normalmente suele saltar el generador cuando hay un corte de luz. Fue a mirar el cuadro de luces y las palancas estaban bajadas, intentó subirlas pero era inútil, no había suministro eléctrico y tampoco había recargado de combustible el generador, y ahora no podía hacerlo porqué el gasoil necesario estaba fuera, en el cobertizo. Intentó llamar por teléfono, pero tampoco había línea.

  Ya era de noche, no veía nada y a duras penas encontró una vela y unas cerillas. El calor empezaba a agobiarlo. Quiso hacer algo de comer, pero al abrir la nevera congelador, se dio cuenta que todo lo que había en ella, era comida pre-cocinada, para calentar en el micro ondas o en el horno, salvo algunas cervezas que ya empezaban a estar calientes. Así que, no había que comer.
Pasó la noche en el suelo, delante de la nevera abierta, era una manera de soportar el calor.

Pasó el Sábado con la angustia y la debilidad de no haber comido, y si esto fuese poco ahora que era Domingo empezaba a notar que le faltaba el aire.
¿En qué pensaba Antonio?. La verdad no lo se, pero ahí estaba, tirado en el suelo, sin fuerzas y casi sin aire.

Al día siguiente estaba tan aturdido que no se daba cuenta que el aire acondicionado ya funcionaba. Terminó de desvelarlo el sonido del teléfono.

__  Diga.
__  ¿Don Antonio?.
__  Si.
__  Le llamo del banco __ , créame que sentimos mucho lo ocurrido, pero hubo un error humano y su recibo de la luz fue devuelto por error. Si le hemos ocasionado alguna molestia, créame que lo sentimos mucho.
__  Ya, ¿Y si hoy llega a ser festivo?. Su error humano estuvo a punto de ocasionar una pérdida humana.

Ese día Antonio no fue a trabajar, llamó a su amigo jefe de obras y le pidió que quitara todo lo que en su casa fuese eléctrico y pudiera sustituirse por algo no tan inteligente.

__  Ahora dime Adrian, ¿aún quieres una casita así?.












No hay comentarios:

Publicar un comentario