WALTER 2
Con el transcurrir del tiempo,
llegó su gran día. Walter ya no era aquel de las pesadillas, aquel que un pié
pedía permiso al otro para poder andar.
Solo le hicieron dos preguntas
en una:
“Descríbanos lo que siente por
Diana y díganos , si le damos el alta, ¿qué piensa hacer con su vida?”.
No se encontraba nada nervioso,
todo lo contrario, estaba feliz y pletórico, ¡ por fin!, podría recuperar su
vida. Ya no esperaba palabras amables para seguir adelante.
Walter contestó:
El sonido del respeto es el silencio, ese que muchas veces
no queremos escuchar porque nos lleva a nuestro mas profundo yo. Donde los miedos nos confunden, donde nuestra verdadera realidad nos
asusta. Es entonces cuando nos llenamos
de ruidos innecesarios, de teles encendidas sin ton ni son, de música que
muchas veces ni nos gusta ni le prestamos atención. Nos saturamos de ruidos y
levantamos la voz para ser escuchados,
ya que nos damos cuenta que al oír el silencio hay muchos sonidos en él, el latido de
nuestro corazón, el de nuestra respiración, el de nuestra mente que está en
constante movimiento, y no queremos escuchar nada relacionado con nosotros
mismos. Nos respetamos tan poquito. No nos hacemos caso.
De todas formas
para un oyente es muy difícil encontrar el silencio absoluto, no se puede,
siempre habrá sonidos en nuestra mente. Pero si solo fuésemos capaces de
llenarnos de uno y navegar dentro de nosotros descubriríamos aquello que
queremos ignorar y si a demás lo analizáramos, cambiaria nuestra vida. Ser
consciente de nuestro propio inconsciente.
Diana no se atreve
a pensar
por si su propio
pensamiento
le cause
rabia, dolor y
arrepentimiento.
No se atreve a hablarme
por miedo a que
puedan herir su ego
las palabras
que yo pueda
pronunciar.
No se atreve, no.
Lo que no sabe
es que su propia
cobardía
hace que día a día
se la tenga más
presente
de forma distinta
de forma diferente.
Ya no duele
pensar en ella.
En cuanto a qué hacer con mi
vida …
Ya no puedo ser piloto, ni ver
de cerca las estrellas, pero si puedo tocar otro tipo de estrellas. Aquellas
que están perdidas, aquellas que no se encuentran, aquellas que están igual o
peor a como estaba yo cuando llegué.
Quién mejor que alguien que ha
pasado por ese sin vivir, para poder llegar a lo más adentro de esos seres que
con una sola mirada, te suplican que los entiendas y los ayudes.
Aquel tribunal, evaluó, valoró
y aprobó el alta de Walter. ¿Se convirtió en piloto?. Si, enseñando a los demás
a navegar en la vida a través de su mundo interior.
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