sábado, 12 de abril de 2014

WALTER 2

Con el transcurrir del tiempo, llegó su gran día. Walter ya no era aquel de las pesadillas, aquel que un pié pedía permiso al otro para poder andar.

Solo le hicieron dos preguntas en una:

“Descríbanos lo que siente por Diana y díganos , si le damos el alta, ¿qué piensa hacer con su vida?”.

No se encontraba nada nervioso, todo lo contrario, estaba feliz y pletórico, ¡ por fin!, podría recuperar su vida. Ya no esperaba palabras amables para seguir adelante.

Walter contestó:


El sonido del respeto es el silencio, ese que muchas veces no queremos escuchar porque nos lleva a nuestro mas profundo yo.   Donde los miedos nos confunden,  donde nuestra verdadera realidad nos asusta.  Es entonces cuando nos llenamos de ruidos innecesarios, de teles encendidas sin ton ni son, de música que muchas veces ni nos gusta ni le prestamos atención. Nos saturamos de ruidos y levantamos la voz para ser escuchados,  ya  que nos damos cuenta que  al oír el silencio  hay muchos sonidos en él, el latido de nuestro corazón, el de nuestra respiración, el de nuestra mente que está en constante movimiento, y no queremos escuchar nada relacionado con nosotros mismos. Nos respetamos tan poquito. No nos hacemos caso.

 De todas formas para un oyente es muy difícil encontrar el silencio absoluto, no se puede, siempre habrá sonidos en nuestra mente. Pero si solo fuésemos capaces de llenarnos de uno y navegar dentro de nosotros descubriríamos aquello que queremos ignorar y si a demás lo analizáramos, cambiaria nuestra vida. Ser consciente de nuestro propio inconsciente. 

Diana no se atreve a pensar
por si su propio pensamiento
le cause
rabia, dolor y arrepentimiento.

No se atreve a hablarme
por miedo a que
puedan herir su ego
las palabras
que yo pueda pronunciar.

No se atreve, no.

Lo que no sabe
es que su propia cobardía
hace que día a día
se la tenga más presente
de forma distinta
de forma diferente.

Ya no duele
pensar en ella.

En cuanto a qué hacer con mi vida …
Ya no puedo ser piloto, ni ver de cerca las estrellas, pero si puedo tocar otro tipo de estrellas. Aquellas que están perdidas, aquellas que no se encuentran, aquellas que están igual o peor a como estaba yo cuando llegué.
Quién mejor que alguien que ha pasado por ese sin vivir, para poder llegar a lo más adentro de esos seres que con una sola mirada, te suplican que los entiendas y los ayudes.


Aquel tribunal, evaluó, valoró y aprobó el alta de Walter. ¿Se convirtió en piloto?. Si, enseñando a los demás a navegar en la vida a través de su mundo interior.

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